viernes, 27 de agosto de 2010

JULIO CORTAZAR, NACIMIENTO Y BIOGRAFÍA – POR JUAN BAZAN

JULIO CORTAZAR, NACIMIENTO Y BIOGRAFÍA – POR JUAN BAZAN

Julio Cortázar nació en Bruselas el 26 de Agosto de 1914, de padres argentinos. Llegó a la Argentina a los cuatro años. Paso la infancia en Bánfield, se graduó como maestro de escuela e inició estudios en la Universidad de Buenos Aires, los que debió abandonar por razones económicas. Trabajó en varios pueblos del interior del país. Enseño en la Universidad de Cuyo y renunció a su cargo por desavenencias con el peronismo. En 1951 se alejó de nuestro país y desde entonces trabajó como traductor independiente de la Unesco, en París, viajando constantemente dentro y fuera de Europa. En 1938 publicó, con el seudónimo Julio Denis, el librito de sonetos (“muy mallarmeanos”, dijo después el mismo) Presencia. En 1949 aparece su obra dramática Los reyes. Apenas dos anos después, en 1951, publica Bestiario: ya surge el Cortázar deslumbrante por su fantasía y su revelación de mundos nuevos que irán enriqueciéndose en su obra futura: los inolvidables tomos de relatos, los libros que desbordan toda categoría genérica (poemas-cuentos-ensayos a la vez), las grandes novelas: Los premios (1960), Rayuela (1963), 62/Modelo para armar (1968), Libro de Manuel (1973). El refinamiento literario de Julio Cortázar, sus lecturas casi inabarcables, su incesante fervor por la causa social, hacen de él una figura de deslumbrante riqueza, constituída por pasiones a veces encontradas, pero siempre asumidas con él mismo, genuino ardor. Julio Cortazar murió en 1984 pero su paso por el mundo seguirá suscitando el fervor de quienes conocieron su vida y su obra.

Entre sus obras se destacan:

* Los Reyes (1949)
* Bestiario (1951)
* Final de Juego (1956) o Continuidad de los parques o No se culpe a nadie.
* Las armas secretas (1959)
* Los premios (1960)
* Historias de Cronopios y de Famas (1962) o Instrucciones para subir una escalera o Historias de Cronopios y de Famas o Conducta en los velorios.
* Rayuela (1963) - del capítulo 7 - del capítulo 68.
* Todos los fuegos el fuego (1966)
* La vuelta al día en ochenta mundos (1967) o la máquina para leer Rayuela y otras historias.
* 62 Modelos para armar (1968)
* Último round (1969)
* La prosa del Observatorio (1972)
* Libro de Manuel (1973)
* Octaedro (1974)
* Alguien anda por ahí (1977)
* Territorios (1978)
* Un tal Lucas (1979) o Lucas, sus pudores.
* Quremos tanto a Glenda (1980)
* Deshoras (1982)
* Nicaragua tan violentamente dulce (1983)
* Los autonautas de la cosmopista (1983, escrito con Carol Dunlop)
* Divertimento (1986)
* El Examen (1986)
* Diario de Andrés Fava (1995)
* Adiós Robinson (1995)

Al recordar su etilo y temáticas, de alguna manera “inconfundibles”, recordamos este DISCURSO DEL OSO, de JULIO CORTÁZAR en Animalia: “Soy el oso de las cañerías de la casa, subo por los caños en las horas de silencio, los tubos de agua caliente, de la calefacción, del aire fresco, voy por los tubos de departamento en departamento y soy el oso que va por los caños. Creo que me estiman porque mi pelo mantiene limpios los conductos, incesantemente corro por los tubos y nada me gusta más que pasar de piso en piso resbalando por los caños. A veces saco una pata por la canilla y la muchacha del tercero grita que se ha quemado, o gruño a la altura del horno del segundo y la cocinera Guillermina se queja de que el aire tira mal. De noche ando callado y es cuando más ligero ando, me asomo al techo por la chimenea para ver si la luna baila arriba, y me dejo resbalar como el viento hasta las calderas del sótano. Y en verano nado de noche en la cisterna picoteada de estrellas, me lavo la cara primero con una mano, después con la otra, después con las dos juntas, y eso me produce una grandísima alegría. Entonces resbalo por todos los caños de la casa, gruñendo contento, y los matrimonios se agitan en sus camas y deploran la instalación de las tuberías. Algunos encienden la luz y escriben un papelito para acordarse de protestar cuando vean al portero. Yo busco la canilla que siempre queda abierta en algún piso; por allí saco la nariz y miro la oscuridad de las habitaciones donde viven esos seres que no pueden andar por los caños, y les tengo algo de lástima al verlos tan torpes y grandes, al oír cómo roncan y sueñan en voz alta, y están tan solos. Cuando de mañana se lavan la cara, les acaricio las mejillas, les lamo la nariz y me voy, vagamente seguro de haber hecho bien”.

Su recordación en este aniversario de su nacimiento, cuando el autor comenzó a transitar las luces y sombra de su paso por la vida, nos predispone al homenaje de un grande que “fue nuestro” y ahora pertenece al universo.

© Juan Bazán

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