lunes, 31 de mayo de 2010
“LA GRAN SEMANA DE 1810”
POR VICENTE FIDEL LOPEZ
Este texto, para quienes no lo conozcan y que fuera publicado por primera vez en 1885, puede resultar una sorpresa de agradable lectura y una buena fuente para conocer y llenar los espacios en blanco que todos tenemos sobre aquellos días que se festejaron y se festejarán (como vienen diciendo) durante este año.
Creo que resulta agradable por el método narrativo que utiliza el autor: Se trata mostrar las cartas, encontradas en el baúl de Marcelina, una mujer de color que fuera esclava en otros tiempos del presbítero Mariano Orma. Todas estas cartas, que ella entrega recién después de muerta, están escritas por la misma mano... es decir, copiadas por alguien para que no se desvanezcan en el olvido.
Sucede entonces que para el autor, estas cartas, al no ser originales no pueden se consideradas como evidencia... pero él se juega por aquello que estas dicen. Las cartas son informaciones simples, casi cotidianas, que los de la aldea se enviaban entre sí para mantenerse informados sobre lo que estaba pasando.
Resulta curioso pero lo que surge de su lectura es un cuadro vital, lleno de humanidad, que nos muestra más que muchos textos de historia lo que pasaba con aquellas personas de carne y hueso que protagonizaron aquella jornada. Se convierten cápsulas de tiempo que nos permiten imaginarlos... Imaginarlos vivos y latiendo detrás de las ideas que pronto cambiarían el rumbo de la historia del país.
Así, por la simple magia de la narrativa surgen del texto estas personas y sus hechos, como de una escenografía casi cinematográfica, y en la medida en que uno como lector los va acomodando en el escenario de la aldea y del puerto de 1810... todo adquiere un sentido.
Creo que estos son los símbolos que necesitamos. Que a diferencia de otros más confusos, que vimos recientemente, nos permiten acercarnos a La Verdad... esa que no desapareció, sino que simplemente esta oculta detrás de las escenas montadas al parecer sólo para confundirnos.
Vicente Fidel fue hijo del político y autor del Himno Nacional Vicente López Planes. Se hizo abogado, perteneció a la Asociación de Mayo, se expatrió por no tolerar la tiranía de Rosas (aun cuando él no corría ningún peligro)... y vivió muchos años en Chile, donde trabajó como abogado y periodista y convivió con los intelectuales de la emigración (Sarmiento, Alberdi, Bello); de regreso a su país (1852), se distinguió como abogado, fue rector de la Universidad de Buenos Aires.
La labor histórica de López se ciñó a grandes ideas generales, en las que utilizó similitudes y analogías, más que un riguroso criterio científico. Curiosamente, su lectura ahora, nos parece más aferrada a la realidad que la contada por aquellos que practican la historia desde un método científico.
En un párrafo del prologo se lee: “Para ella la Patria era una cierta persona de carne y hueso vestida de raso blanco y celeste, que había nacido por allí cerca de la casa de sus amos, y que había muerto también, muchos años hacía, desde que ella (Marcelina) estaba vieja, arrumbada; y desde que no veía andar por las calles a ‘los Hijos y los Padres de la Patria’ que ya se habían ido muriendo también con la misma patria. Mis hermanos y yo le dábamos muchas bromas sobre esto, sosteniéndole que ‘la Patria vivía todavía, y que tenía hijos cada nueve meses’.
¡Qué esperanzas, niños! -nos decía-. ¡Cómo se conoce que ustedes son de apenas de ayer! Cuando tengan experiencia y razón verán que hace ya muchos años que la Patria se murió. ¡Si lo sabré yo, que la conocí desde que nací! ".
Siento junto con López que no puede haber situación más parecida al momento actual. Tendría mucha razón la pobre mujer si se enterara como tratan a la Patria en estos días.
Juan Bazán
Escritor y periodista.
Bs.As. Mayo de 2010.
Especial para El Tiempo es hoy. Cadena Eco AM 1220.
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